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La clase trabajadora de todo el mundo conmemora hoy, 7 de noviembre, el triunfo de la revolución bolchevique de 1917 que instauró en el antiguo imperio zarista ruso un nuevo gobierno bajo control obrero. Este primer estado obrero consiguió sacar de la guerra a su país, de la miseria a millones de personas y colocar a la nueva Unión Soviética a la altura de las grandes potencias con una economía planificada al servicio de la clase obrera.
Pero el primer estado obrero también se convirtió en un referente para los pueblos que conseguían sacudirse el colonialismo impuesto por los imperios y muchos de ellos siguieron sus pasos. Como también para la clase obrera europea que anhelaba para sí los avances en derechos de sus hermanos y hermanas soviéticas y trabajaba en pos de una revolución idéntica que terminara con la explotación a la que estaban sometidos. La fundación de la Federación Sindical Mundial supuso un aporte fundamental en la organización de la clase obrera internacional y su emancipación, siguiendo la estela de la revolución bolchevique.
Para contrarrestar el influjo soviético, la burguesía internacional impulsó el fascismo con el objetivo de invadir y terminar con el incipiente estado obrero, apoyó la socialdemocracia y la quimera del estado del bienestar y, en el mundo laboral, subvencionó el sindicalismo amarillo que, desde dentro del movimiento obrero, acabara con cualquier atisbo de revolución y lucha.
Estos tres jinetes del apocalipsis, fascismo, socialdemocracia y sindicalismo amarillo, perduran hasta la actualidad como auténticos arietes contra los logros del primer estado obrero tratando de neutralizar la más mínima expresión revolucionaria de la clase obrera. Pero en cada huelga, cada manifestación, cada lucha en la calle contra ellos es un recordatorio de aquel 7 de noviembre de 1917, cuando un pueblo organizado consiguió terminar con una clase parasitaria y un sistema de explotación que los esclavizaba.
Desde el Comité Estatal de la Federación Sindical Mundial saludamos y rendimos homenaje a quienes tanto dieron y tanto enseñaron. Hoy, cuando el colonialismo masacra Palestina y el fascismo campea a sus anchas ante la mirada cómplice de la socialdemocracia y el sindicalismo amarillo, es cuando la clase obrera necesitamos los referentes que inspiraron la revolución rusa.
¡Viva la Gran Revolución Socialista de Octubre!
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